domingo, 21 de marzo de 2010

Los colores de Gustavo




En Gustavo Aimar confiamos la identidad visual de La Plapa. En realidad, a Gustavo le pedimos que, a través de la descripción que María Elena Walsh hace en su cuento, nos dijera cómo se imaginaba a esa plapla inquieta y juguetona. Y el resultado de esa búsqueda, ya todos conocen.
Gustavo es un artista con todas las letras. Desde su escritorio de trabajo, aquí en Trelew, hace maravillosas ilustraciones para libros infantiles de distintas editoriales. Sus creaciones dejan al espectador con la boca abierta y así quedamos en La Plapla cuando terminó de darle color a la pared que le entregamos para que se adueñara de ella: nos regaló un mural multicolor, simpático, inspirador, ¡alegre! que hoy todos pueden admirar. ¡Gracias, Gustavo!

miércoles, 17 de marzo de 2010

¿Por qué La Plapla?


Seguramente muchos recuerden el cuento de María Elena Walsh, ese en el que Felipito Tacatún dibujaba, sin querer, en su cuaderno de clases, una letra desconocida. Esa nueva letra, rebelde y patinadora, que bailaba y cantaba por la página y jugaba a la rayuela con los renglones, era una plapla. Pero tal fue el revuelo que causó en la escuela, que la maestra terminó confinándola a una cajita y así con todas las plaplas que aparecen por ahí porque “las letras no han sido hechas para bailar, sino para quedarse quietas una al lado de la otra”.
Durante muchos años como docentes, hemos notado la falta que existe en los diferentes ámbitos educativos de un espacio para brindarle al niño la posibilidad de aprender a través de estrategias realmente ricas e interesantes para ellos.
Nos vemos inundados de contenidos a cumplir sin realmente tener una metodología de trabajo acorde a niños tan pequeños, descuidando así lo que consideramos esencial en esta etapa: la adquisición de conocimientos a través de propuestas lúdicas que faciliten la exploración, experimentación y creación.
A partir de los lenguajes artísticos, La plapla les ofrece a los pequeños la oportunidad de adquirir nuevos aprendizajes; generando cruces entre disciplinas y conjunciones de actividades corporales, expresivas y reflexivas.
Queremos que este nuevo espacio sea como aquellas cajitas del cuento, que rebalse de plaplas con ganas de jugar, de cantar, de bailar... de no quedarse quietas.

Se viene... ¡La Plapla!


Nos costó trabajo, tiempo y nos sacó ¡canas verdes! Después de mucho recorrer y visitar inmumerable cantidad de lugares, pensamos que nuestro sueño tendría que seguir durmiendo la siesta, hasta encontrar el lugar indicado.
Pero no nos dimos por vencidos. Cruzamos los dedos, encendimos velas, evitamos pasar por debajo de escaleras, espantamos a cuanto gato negro intentaba cruzarse por nuestro camino y le pedimos a la brujita Tapita, un hechizo de buena suerte. Y resultó: ¡Encontramos nuestro lugar!
Durante febrero trabajamos mucho. Revocamos paredes, rasqueteamos pisos, construimos muebles, sacamos yuyos, elegimos colores, juguetes, pintamos, limpiamos... y la calabaza se convirtió en La Plapa. Así nació este lugar. Y estamos más que felices de poder brindarle a nuestra querida ciudad un espacio pensado, diseñado y armado en función de los gustos y necesidades de los más chicos, para ayudarlos a crecer felices desplegando toda esa creatividad, curiosidad y energía que los recorre de pies a cabeza.